Día de San Juan Diego

Al indígena más humilde y pobre la virgen de Guadalupe, la Patrona de México se le apareció, y recientemente ha sido santificado por traer al pueblo mexicano.

Hoy, 9 de diciembre, se celebra el día de este santo que representa la esperanza y la creencia pura y dicha de México. Un pequeño texto para recordar el día.

¿Cómo era Juan Diego? ¿Por qué Dios se fijó en él? El libro del Eclesiástico enseña que sólo Dios es poderoso y sólo los humildes le dan gloria. También las palabras de San Pablo dicen: "Dios ha elegido a los insignificantes y despreciables del mundo; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios".

San Juan Diego nació en el señorío chichimeca de Cuautitlán, situado lejos de Texcoco.
No se usaba ningún apellido, sería llamado como su padre o quizá alguno de sus abuelos. Le pusieron por nombre "Cuauhtlatoa", que viene de "Cuauhtli", que significa águila; "tlatoa", que significa hablar, que viene siendo en total "el que habla como águila". Resultó profético, porque tuvo que hablar cosas muy importantes. Sus palabras en relación con la Virgen María serán conocidas por la eternidad.
Cuando fue mayor, se agregó a su nombre la palabra "tzin". Cuauhtlatoatzin, que indica señorío y se traduce por "La venerable águila que habla". Al recibir el bautismo en la Iglesia Católica años después, se llamó sencillamente Juan Diego. A los cincuenta años de edad escuchó por primera vez la Palabra de Dios, de labios de los misioneros españoles. Dejó su creencia pasada y se convirtió al cristianismo. Sin realizar nada extraordinario, dio ejemplo con su vida y sus palabras; fue un hombre humilde, sencillo, piadoso, bondadoso y apostólico.
Trabajó con su esposa María Lucía (que ofrecieron su matrimonio en castidad) confeccionando sombreros, canastas y petates. Según el historiador Becerra Tanco, San Juan Diego nació en 1474. La fecha se deduce por el año en que murió, 1548, de 74 años. En 1529 murió su esposa, punto de su vida en el que se orienta más a Dios. Este amor a Dios le llevó a preocuparse de los demás, siendo un buen cristiano, un buen hijo de Dios y un amigo verdadero de todos cuantos le rodeaban.

Según la tradición, Juan Diego tenía 57 años cuando vio a la virgen María en el Tepeyac, el año de 1531, convirtiéndose en el instrumento fiel, transmisor del mensaje de la Virgen al señor obispo, Juan de Zumárraga. Después de lo acontecido vivió de modo callado y anónimo durante 17 años al lado de la Ermita de Nuestra Señora, construida en 1531. Sus restos están en la Capilla Antigua, llamada Parroquia de Indios, al pie del Tepeyac. La Iglesia Católica elevó a Juan Diego a los altares el 6 de mayo de 1990, cuando el Papa Juan Pablo II beatificó junto con Juan Diego a otros cuatro mexicanos.

El 31 de julio San Juan Diego fue canonizado como santo por el Papa Juan Pablo II en su visita a México el año 2002.

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