El 19 de enero, víspera de San Sebastián inicia por la noche la guerra de la harina que los danzantes arrojan contra quienes encuentran en su camino. El 20 de enero por la mañana, inician el juego de El Pochó, una de las danzas más interesantes de Tabasco, en la que participan los siguientes personajes: cojóes, tigres y pochoveras. Los cojóes, representan a los hombres con sus características positivas y negativas, que combaten contra los tigres, enviados por el dios maligno llamado Pochó; finalmente, las pochoveras, que son doncellas, actúan primero a favor de los tigres y después como mediadoras entre éstos y los cojóes.
El Pochó se danza el 20 de enero y los domingos que median hasta el martes de carnaval. Este último día, los danzantes "recogen sus pasos", al desandar lo bailado con anterioridad.
Dios mío, aunque sea una celebración típica de la región, añorada por los jóvenes y complaciente de los veteranos, celebrada desde tiempos inmemoriales y rito lleno de diversión, se me hace una verdadera tontería.
Ok, es divertido lanzar huevos rellenos de harina, y estrellárselos a otras personas en el cuerpo, aunque en la cara representa un riesgo, pero es un gran desperdicio, es una sacrosanta diversión ignorante.
Los tabasqueños se quejan, se quejan y se quejan del gobierno, del vecino, del benefactor y del putrefactor, muchas veces teniendo razón, otras, escudándose con la violencia y la flojera, pero esto es un acto inaudito. Parecemos China hace cientos años cuando estaba alejada de la civilización, en parte por el gobierno, y en otra porción por el mismísimo pueblo.
En las calles podemos ver a gente desnuda, en la plena inmundicia, pero eso sí, con una cervezota en el brazo derecho. La pobreza apenas es combatida y no hay espíritu de auto-superación.
Pero esto es inaudito. Qué verdaderos desperdicios de comida, de harina sobre todo. En vez de trabajar por el progreso se ponen a celebrar uno de los millares de fiestas que hay en la entidad (y que hasta cierto punto apoyo. Todos necesitamos un descansito) desperdiciando cientos de kilos de comida.
¿Y qué hay de los hambrientos en África? ¿Qué acaso la inundación en Tabasco no nos hizo cambiar? Al parecer ni una ni otra, o eso dice la gente.
Y no sólo eso, también promueve la violencia, sólo comparado con el sangrientísimo "Doom".
No es la primera de las susodichas batallas de harinas, ni será la última celebración, ya que alrededor de todo el mundo hay "guerras" parecidas, pero éste es un llamado a mi pueblo.
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