La inundación de Tabasco

Según los medios de comunicación masivos, el 70% de la superficie tabasqueña está cubierta por agua, cuando normalmente sólo cubre 35%. Esto se debe a que las constantes y fuertes lluvias de la última semana, ocasionadas por el Frente Frío número 5, han causado el desbordamiento de los principales ríos que fluyen a través del estado, ríos como el Usumacinta, Grijalva o San Pedro y San Pablo.

El gobernador del estado, Andrés Granier si bien ha declarado estado de emergencia con una pequeña anticipación al suceso y puso en marcha un plan de ayuda estatal, no hizo lo suficiente para prevenir la inminente inundación de la cual el gobierno ha estado a sabiendas de esto desde mayo de este año, y sin prevenir a la población con tiempo.

Dentro del plan de emergencia hay elementos que son de mucha ayuda, como los abundantes albergues y la ayuda a personas de escasos recursos que viven en zonas de alto riesgo. Pero no podemos decir que es una acción magna que ningún gobernador pudo haber realizado antes. Esto es lo normal, no algo que deba ser mencionado en radio y televisión cada 4 minutos.
Por otra parte, el plan preventivo es precario, porque, según el gobernador, que mejor manera de atajar un río que un muro de costales de tierra. A quién quiere engañar, el agua se filtra y derriba los costales con facilidad. Por esto mismo, los costales caen y taponan las desembocaduras, reteniendo el agua para formar una alberca colosal de lodo y deshechos, una inundación. Y como mencionaba anteriormente, con escasas horas de anticipación.
En cuanto a la seguridad, es mala. El vandalismo ya se ha dado en las zonas afectadas, con actos de pillería y robo de menor grado, pero creciendo.

Otra acción que ha influido determinantemente es la liberación de agua de la presa Peñitas. Esta presa tiene una gran capacidad y fue construida para generar electricidad. Pero tiene la pequeña desventaja que es algo débil y tiene fisuras, claro, no mayores. Por esto mismo se tuvo que hacer una liberación del agua acumulada por las lluvias.
En el río Grijalva circulan diariamente 500 metros cúbicos de agua por segundo. Al abrir la represa su afluencia aumento a 1,500 metros cúbicos por segundo. La cantidad de agua se triplicó, consumiendo las edificaciones aledañas a la corriente del río y otros más.

Y esto no es todo. La mala planificación de construcción no sólo se refleja en las disparatadas carreteras y caminos que conforman el estado, también en la edificación de colonias y fraccionamientos.
Construir casas a ras de río no es bueno, y menos si te encuentras bajo el nivel del mar. Esto es lo que sucede, dónde en un intento por expandir la urbanización, se han creado hogares en zonas pantanosas y recortar el margen de las afluyentes de agua.

Cabe mencionar qué, digamos, 50 años atrás las lluvias eran más intensas y duraderas pero fenómenos como el que acontece actualmente ocurrían raramente en la entidad.
Todo ello es solo un producto de la desorganizada urbanización, la poca prevención y citando a Al Gore, el calentamiento global.
Suena algo chusco, pero es bastante factible.


Mientras tanto, yo me encuentro plácidamente frente a una laptop, con todos mis muebles encaramados en la planta superior de mi casa a la mejor manera de Lego, esperando, entre lluvia, esperando que el agua llegue y salir corriendo a otro asentamiento.


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