México vive en una constante crisis entre los grupos enfrentados de los tres mayores partidos políticos del país. Muchos se aferran sin pensar a sus partidos, y no ven la pura realidad, sólo un enredo que les crean sus mismos cuasi ídolos del gobierno.
En las elecciones presidenciales de julio del 2006 el Partido Acción Nacional y su candidato Felipe Calderón, de ideas neo-liberales, ganó por un reducido porcentaje. El contendiente que siguió en cuanto a votos perteneciente al Partido de la Revolución Democrática, de ideas izquierdistas, clamó que todo fue un "complot". Pero no es de extrañarse. Unos cuantos años antes, cuando este era Jefe Capitalino del Distrito Federal, se le descubrieron negocios sucios y derrochamiento de dinero por parte de sus empleados en Las Vegas. También clamó que todo era un "complot".
Para quien no sepa quién es este misterioso hombre, su nombre es Andrés Manuel López Obrador, el único político mexicano al cual se le llama por su cansino nombre completo.
Al parecer, Andrés López, como debería ser llamado, ha luchado contra viento y marea y la ley para sobresalir como uno de los hombres más sucumbidores del México contemporáneo. Originario del estado donde vivo y me encuentro escribiendo, Tabasco, es un jefe que mueve masas. Que mueve masas con sus discursos.
No importa que todos sepamos que la tierra es redonda, si él dice que es plana, miles de zombies surgirán del suelo para lincharte si lo contradices personas lo seguirán fielmente.
Él puede hacer que las ciencias cambien y 3x3 resulte en una incontenencia urinaria.
A mí me da la consiguiente idea de que en este país tan inestable, donde constantemente las fuerzas políticas se enfrentan en una forma tan poco civilizada y el pueblo enloquece, debe haber alguien que pueda controlar a estas multitudes, alguien que sea frívolo y certero, alguien con grandes pero malas aspiraciones.
Ese hombre es él. Ese pequeño tabasqueño que nació humildemente en Tabasco. Ese pequeño que mató a su hermano. Ese joven que queria conseguir a cualquier costo el poder. Ese hombre que desaparece con las catastrofes, pero se mueve bajo el agua.
Es Andrés López. Es el peje.
Vamos todos, con el dictador legítimo.
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