La Maldición de Poltergeist

Poltergeist es un éxito taquillero de Tobe Harper y Steven Spielberg que relata la historia de una familia que sufre sucesos paranormales en su nueva casa. En el sótano se encuentra una vieja televisión encendida sin señal, en imagen estática, que se vuelve un camino por el que los espíritus atormentan a las personas que habitan en el hogar. Enojados espíritus indios, porque la casa había sido construida sobre un cementerio indio.

Pero esta entrada no tratará exactamente sobre la película. Al menos no sobre la trama.

Entre 1982 y 1988 se filmó la trilogía completa de Poltergeist. Cada capítulo narra la historia de los Freelings y su fatídica lucha contra los destructivos espíritus que raptan a sus hijos.
En sí, se cree que el mismo guión de las tres películas está de alguna manera maldito, porque desde entonces, desde que se filmaron, han muerto los actores que interpretaban a los protagonistas.

Los mitos urbanos proclaman que por cada película, un actor joven moría. Esto es parcialmente cierto, ya que Heather O'Rourke y Dominique Dunne, murieron a temprana edad, de 12 y 22 años, respectivamente.
Lo curioso es que ambas murieron al finalizar sus películas. O'Rourke en 1988 - aunque ésta actuó en las tres -, cuando Poltergeist III estaba en producción, muriendo de un shock séptico y Dunne en 1982, cuando se terminaba de grabar la primera; ella tuvo problemas con su novio una noche en octubre de ese año. El le suplicó que volviera con él, pero las cosas no fueron de la manera que esperaba, y terminó estrangulándola.

Otras muertes que causaron una imperatividad hacia Poltergeist son las de Julian Beck y Will Sampson, ambos eran hombres y se encontraban a mediana edad.
El deceso de Beck a los 60 años en 1985 fue causado por cáncer en el estómago. Su muerte no fue vista con rareza ya que luchó contra el cáncer durante un año y medio, pero con certeza de que se habia envuelto en Poltergeist II.
En cuanto a Sampson, su fallo vital de 1987 se vió venir cuando le transplantaron el hígado. Tenía una pésima nutrición antes de la cirugía y sus pocas probabilidades de sobrevivir ya las conocía.


Poltergeist en sí refiere a un ente ruidoso y destructivo, pero no malicioso. Cuando aparecen, se especula que atacan principalmente a niñas de corta edad.
La naturaleza de la película evoca a estos seres de otra dimensión para añadir misticismo y crear asombro ante los espectadores, por estas razones se piensa que la series atraían a los espíritus y ataba al equipo de actores a una maldición.


Pequeños y casuales incidentes han reforzado la superstición. Y aquí puedo listar y citar algunos de esos:

- El director de Poltergeist II, Brian Gibson, murió de cáncer en los huesos en el 2004.
- En la escena en la que Robbie Freelings supuestamente es ahogado por un juguete, sucedió en la realidad (sin matarlo).
- Un escenario se incendió cuando se rodaba Poltergeist III
- La casa que se usó para filmar exteriores ubicada en California, sufrió daños durante el sismo de 1994.
- En una escena se observan esqueletos humanos en una piscina. Bueno, estos esqueletos son reales y Sampson realizó un exorcismo antes de hacer las tomas para proteger el set.

El uso de esqueletos reales es verdaderamente monstruoso y aterrador. Refiriéndome a los demás acontecimientos, pueden no ser más que meras casualidades, como con cualquier otra película. O puede ser que los espíritus en verdad actuaron, y tomaron su papel muy en serio.

Una versión "extrema sugiere que todos los actores se encuentran muertos en estos instantes. Dice que ellos sólo siguen aquí por el cine y la televisión, todo esto a pesar de su muerte.

Sea cual sea la verdad, hoy en día La Maldición de Poltergeist está viva, y más que viva, sus víctimas muertas. De pequeños rezagos, pero grandes hechos se ha construido este mito, esta leyenda que tiene muchos puntos para señalar a la maldición no como un sensacionalismo, sino como un llamado del más allá. Una advertencia para no ser molestados. Para no jugar con ellos, porque ellos no juegan.

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